Josep Maria Sagarra

Sarrià, 1885 – Barcelona, 1959

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Hombre trabajador, elegante y seductor, ocupó un lugar dominante en las escena gráfica barcelonesa de los años veinte y treinta. Su vida profesional – más de cuarenta años en activo – es una de las más largas y prolíficas de todos los fotoperiodistas de su época. Desde la denominada Semana Trágica hasta la Guerra Civil, su cámara fue testimonio privilegiado, siempre a pie de calle, de los principales acontecimientos históricos que marcaron el día a día en la ciudad.

Hijo de una familia de la alta burguesía catalana, Sagarra se formó en la casa Gaumont en París y su carrera se consolidó plenamente tras la excepcional cobertura gráfica de los Sucesos de Julio de 1909. En sus inicios publicó fotografías en La Actualidad, La Il·lustració Catalana, la revista deportiva Stadium y otras cabeceras vinculadas a las clases acomodadas de la ciudad; y más adelante, durante las décadas de 1920 y 1930, fue uno de los fotógrafos de referencia del Diario de Barcelona y La Vanguardia. Fue uno de los fundadores de la Agrupació de Reporters Gràfics de Barcelona en 1921.

Se casó en 1924 con Anna Torrents, y la pareja tuvo cuatro hijos: Estela, Javier (muerto al poco de nacer), Gaudenci y Anna Maria.

Durante la Exposición de 1929, su estudio de la Vía Laietana 54 fue la sede de la sociedad Gaspar-Sagarra-Torrents, uno de los equipos de profesionales más importantes de la historia del fotoperiodismo catalán, denominado Los Tres Reyes Magos. De 1930 a 1933 obtuvo la corresponsalía de uno de los semanarios gráficos franceses más conocidos, Le Miroir du Monde (1930-1937), y colaboró también en la Crónica Gráfica, puesta en marcha por el Archivo Histórico de la Ciudad durante el período republicano.

Siempre cercano a los círculos de poder, Sagarra acompañó cámara en mano a diversos mandatarios por toda la la geografía catalana: al rey Alfonso XIII y a Primo de Rivera durante la dictadura, y después, ya en tiempo de la II República, a los presidentes Francesc Macià y Lluís Companys. 

Durante la guerra, mientras la salud lo respetó, formó parte del pool de fotógrafos republicanos y fue uno de los reporteros gráficos oficiales de la Generalitat de Catalunya. Sin embargo, en 1937, una tuberculosis le obligó a ingresar en un hospital y puso fin repentinamente a su carrera como fotoperiodista. Durante el conficto, un bombardeo fascista destruyó parcialmente su valioso archivo de la Via Laietana.

Sagarra fue depurado después de la guerra y le fue retirado el carné de prensa, pero consiguió evitar represalias mayores. Los últimos años de vida trabajó haciendo fotografías en eventos de la alta sociedad barcelonesa vinculada al Club de Polo. Murió en su casa, a los 74 años de edad.

Agradecimientos: 

Estela Sagarra, Anna María Sagarra, Teresa Grandas.