La anécdota más famosa de la vida de Agustí Centelles va relacionada con una maleta, la que se llevó en 1939 al Exilio cargada con miles de negativos de los años de la República y la Guerra Civil. Escondida en Francia hasta la muerte del dictador, es a partir de 1978 cuando el contenido llega al gran público. Exposiciones, libros y entrevistas en la prensa lo convierten, no solo hasta su muerte en 1985, sino también actualmente, en el máximo referente de las dos generaciones de fotoperiodistas que trabajaron en Barcelona desde el inicio del siglo hasta el final de la guerra.