Manuel Mateo

Barcelona, 1896 – Barcelona, 1984

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Su relación con el oficio empezó con tan solo 14 años como ayudante de Alessandro Merletti. En una entrevista Matero recordaba que “al principio mis funciones fueron sencillas y humildes; llevaba el coche del popular fotógrafo. Le preparaba las máquinas de retratar, entonces muy voluminosas. Y era el encargado de llevar, a hombros, su archifamosa escalera”. 

Tras cuatro años de aprendiz del pionero Merletti se independizó y empezó a trabajar en solitario para diversas cabeceras de Barcelona y Madrid. Colaboró con las principales publicaciones del primer tercio del siglo XX. Trabajó principalmente en El Día, La Voz, La Lidia, La Fiesta Brava, Gaceta Deportiva, El Día Gráfico, La Noche, Vida Deportiva, Mediterráneo o Heraldo Deportivo, entre otras. 

Aunque en sus inicios se dedicaba a la información generalista,  poco a poco se fue especializando en reportajes taurinos  hasta convertirse en uno de los fotógrafos más reconocidos del panorama nacional en este género.

A lo largo de la  década de los años veinte sirvió fotografías a Brangulí. Si bien al principio  las imágenes se publicaron en ABC y Blanco y Negro con el pie “Foto Mateo. Transmitidas por Brangulí”, ante las quejas del diario madrileño finalmente se firmaron con el  apellido del titular de la corresponsalía, o sea, que Mateo hacía las fotos y Brangulí las firmaba.  El trato entre ellos era que, de las 10 pesetas que la empresa editora pagaba por la imagen, correspondía la mitad para cada uno.

En paralelo, el fotógrafo se dedicaba a retratar bodas en el Hotel Ritz. El volumen de trabajo era tal que su mujer también se incorporó poco a poco al negocio ocupándose del laboratorio. Finalmente su hijo  Manuel Mateo Collino se sumó a echar una mano en la empresa familiar. 

En 1921 Mateo fue uno de los socios fundadores de l’Agrupació de Repòrters Gràfics de Barcelona, la primera entidad de la que tenemos constancia en la ciudad dedicada específicamente al ámbito del fotoperiodismo. Después de laguerra continuó trabajando sin ningún impedimento. Según un informe policial: “A poco de terminar la guerra fue el que más trabajó en esta ciudad ya que por aquel entonces era calificado como apolítico”.

Murió en el año 1984 dejando un archivo inmenso. Según Josep Cruanyes “con unas veinte mil placas y cincuenta mil fotogramas de paso universal”. Este archivo se ha ido dispersando. Hoy día se puede ver parte de su obra en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona, y en el Museo Taurino dedicado a Manolete en Villa del Río (Córdoba).