La Vanguardia
El decano de la prensa catalana no alzó el vuelo hasta 1888, cuando dejó de ser un diario político para convertirse en diario informativo. Esto ocurría cuando entró como director Modesto Sánchez Ortiz, que en trece años lo modernizó dando cabida a escritores de talento, haciendo que de una publicación de segunda fila surgiera una de importante. Sánchez Ortiz apostó por dinamizar el diario contactando con una serie de artistas que ilustraban con grabados los sucesos más diversos. Durante su etapa surgió la idea de poner esquelas en la portada. Así, desde 1890 irían ganando terreno hasta ocupar en algunas ocasiones las seis primeras páginas del diario, mezcladas con anuncios que también adquirían importancia con el paso de los años.
Desde 1903 La Vanguardia había inaugurado nueva redacción y nuevas rotativas. El año siguiente dispuso de un taller propio de grabados y se publicó esporádicamente alguna fotografía, pero la calidad del papel impedía obtener buenas reproducciones. En 1914 ya se incrementaron el número de imágenes.
La década de los 20 se caracterizó por una dirección cuatripartita impuesta por el Conde de Godó, que a la práctica ejercía Agustí Calvet (Gaziel). Fue con el reconocido periodista, cuando se produjo el salto gráfico de La Vanguardia durante 1929. Con motivo de la Exposición Universal se incorporó la técnica del rotograbado, empezando con ocho páginas el 16 de octubre, sin aumentar el precio y con portada dedicada al rey Alfonso XIII. En un momento en que ya era el diario de más circulación, las páginas gráficas significaron un paso más para alcanzar el liderazgo indiscutible i según sus propias cifras en 1929 se llegó a una tirada media de 122.278 ejemplares.
La República sorprendió a un diario hasta entonces monárquico y se tardaron cinco semanas a publicar un editorial aceptando tímidamente el nuevo régimen, habitualmente criticado. Durante el golpe de estado de julio de 1936 Agustí Calvet intentó telefonear al Conde de Godó, pero este había puesto pies en polvorosa. El mismo Gaziel, temiendo por su vida, se exilió a París el 29 de julio. Mientras se había creado un consejo de empresa para continuar con el diario y el comité escogió a María Luz Morales como nueva directora, primera mujer en el Estado español con este cargo.
A partir de septiembre de 1936 se publica con el subtítulo “Al servicio de la democracia”. Respecto a las páginas gráficas a medida que avanzaba el conflicto y se notaba la carestía de papel dejaron de salir diariamente. Cuando el gobierno de la República se instaló en Barcelona en otoño de 1937, Fernando Vázquez Ocaña, redactor jefe del órgano de El Socialista y secretario político del jefe de gobierno Juan Negrín, asumió la dirección.
El sábado 28 de enero de 1939 La Vanguardia, a partir de entonces con subtítulo española hasta el 15 de agosto de 1978, sería dirigida por Manuel Aznar, director de El Diario Vasco a quien el ministro Serrano Suñer le había encomendado el rotativo de los Godó, junto a Josep Pla. Las tres semanas siguientes a la entrada de las tropas franquistas fue el único diario barcelonés en circulación. El tándem Aznar-Pla duró pocos meses porque el primero se fue de Barcelona. Con la llegada de Luis de Galinsoga, director del ABC de Sevilla durante la guerra, se iniciaba una dirección de veinte años bajo la mirada de los propietarios fundadores, la familia Godó, a quien el régimen había devuelto sus propiedades.
[Font: Huertas, Josep M. (2006): Una història de “La Vanguardia”. Barcelona. Angle Editorial.]